Era
tan temprano que los gallos aún remoloneaban. Se calzó unos botines y salió andando,
primero despacio y luego dando grandes zancadas. Llevaría varias horas de
marcha cuando inició un trote rítmico y acompasado. Le entró apetito y sin
detenerse, mordisqueó un bocadillo que sacó de su bolsillo, hecho un amasijo. Aceleró
y ahora corría como un poseso. Le sangraban los pies. Ya atardecía cuando resbaló
y cayó en una escombrera. Su cabeza se abrió como un melón. Por fin llegó a
ninguna parte.
Me ha recordado un fragmento de Forrest Gump, correr y seguir corriendo...
ResponderEliminarHasta ningún lugar.
Un abrazo.
La verdad es que Robert Zemeckis, director de Forrest Gump, encontró mi relato perdido en un vagón de metro, y lo utilizó para la película (después disimuló diciendo que la idea provenía de una novela de Winston Groom)Tendré que quejarme a Wikipedia.
EliminarBueno...lo cierto es que todo esto sería un buen guión para otro relato corto...u otra película.
Un abrazo