viernes, 21 de agosto de 2015

gallina ciega

Palpos

Juguemos a la gallina ciega

quiero tocarte con los ojos cerrados 


para que tu cuerpo 


no me distraiga.

FETICHE


   Empiezo a dudar; todos no pueden equivocarse; debe ser verdad. Desde hace algún tiempo, amigos y conocidos me lo insinúan y eso cuando no me lo dicen abiertamente: ¡Ramón! ¡tú eres fetichista! ¡no puedes disimularlo! se te nota en cualquiera de tus actos, en el menor de tus detalles…

...Y debe ser verdad pero mi problema es que yo no reconozco ningún objeto fetiche, algo, en mi modesta opinión, imprescindible para ser catalogado como tal. Y no será porque no lo he intentado. Desde que soy blanco de ese sambenito y como portador de esa etiqueta que me cuelga sin yo saberlo, he buscado con ahínco un sustrato fetiche en el cual asirme para equilibrar esta ausencia de datos subjetivos con la pretendida y evidente sombra de sospecha que los demás vuelcan sobre mí.

   Sustraje un zapato de tacón de aguja, aprovechando el descuido de una atractiva mujer que se probaba calzado nuevo en una céntrica zapatería. En casa intenté excitarme ante el negro y lustroso zapato pero lo único que éste consiguió fue excitar mis fosas nasales que recibieron una buena dosis de un penetrante olor a queso de oveja. 

   Otro día me hice con unas bragas de encaje fino que colgaban del tendedero de la vecina del cuarto B con la que coincidía en ocasiones en el ascensor y cuya voz tenue y aceitosa me resultaba sumamente agradable. Nada. Antes incluso de asociar su rostro a las bragas, éstas, en un torpe movimiento mío, se desgarraron dando por concluidas mis insinuaciones solitarias. 

   Pañuelos de seda, guantes, rellenos de sujetadores, objetos perfumados y decenas de variados objetos femeninos sólo consiguieron arrugarme el ánimo en un páramo de indiferencia. Llevas el fetichismo en la cara, me dicen. Debe ser verdad pero yo aún no he conseguido el ansiado fetiche que me reconcilie con la perversa apreciación que todos tienen de mí y que dan por seguro y cierto.



jueves, 20 de febrero de 2014

Literatura y Sargent Peppers

La literatura y la música siempre han sido buenas compañeras de viaje. No son infrecuentes las influencias mutuas. Leyendo un artículo sobre el escritor norteamericano Williams Burroughs, conocí que su efigie era una de las que nutre la portada del disco Sargent Peppers de The Beatles, uno de los más influyentes en la música moderna del siglo XX. Esta circunstancia me ha llevado a curiosear dicha portada y comprobar que en ella se incluyen varios escritores, siendo presumible que The Beatles lo hicieran porque los consideraban iconos literarios propios o porque alguna de sus obras ejerció un poder de fascinación en el grupo o en alguno de sus miembros.



RELACIÓN DE ESCRITORES

Doy una breve pincelada de cada uno de los escritores incluidos en la citada portada, la mayoría sobradamente conocidos y añado alguna de sus obras fundamentales y que dejaron en mí alguna huella literaria o impacto emocional.


E.A.POE (1809 - 1849)

Extraordinario escritor estadounidense, poeta, crítico y periodista, uno de los grandes maestros y referentes del relato corto, de los cuentos, sobre todo de terror, y de la novela gótica sin desdeñar otros géneros, todo lo cual le hizo ser considerado como uno de los hombres mas destacados de la literatura universal. Fue el "Dios intelectual" de su siglo según dijo de él el poeta S. Mallarmé. Sus "Cuentos completos" han sido en más de una ocasión objeto de mis relecturas y siempre volvieron a deleitarme aun conociendo perfectamente su desarrollo y finales.

En una de sus cartas, dejó escrito:

"MI vida ha sido capricho, impulso, anhelo de la soledad, mofa de las cosas de este mundo; un honesto deseo de futuro"








ALDOUS HUXLEY (1894 - 1963 )

Escritor inglés de novelas, ensayos, relatos cortos, poesía, libros de viaje y guiones. Su "Un Mundo Feliz" supuso un mazazo en mí como lector y fue sin duda uno de los libros que más me incitó a seguir explorando la literatura. Esa pesimista visión del futuro regido por un sistema de castas me dejó un poso de desasosiego. Como curiosidad, he leído que en uno de sus viajes (1929) visitó España , incluyendo Cádiz, Jerez y Sevilla en su recorrido.

Aún conservo esta edición mal encuadernada que bebí en la playa durante un caluroso verano.



 




DYLAN THOMAS (1914-1953)

Escritor, poeta, dramaturgo, periodista, crítico, nacido en Gales y cuya vida fue un completo catálogo de la bohemia. Borracho y vividor hasta límites desbordantes. "La poesía debe ser tan orgiástica y orgánica como la cópula..." decía. Su obra cumbre es "Muertes y entradas" (1946) Conservo un gran recuerdo de este libro "El visitante y otras historias", mi primer contacto con su obra literaria.








TERRY SOUTHERN (1924-1995)

Escritor estadounidense  autor de relatos, novelas, ensayos y guiones, de estilo satírico. Formó parte de la llamada generación beat de escritores de la Greenwich Village, del movimiento Swinging London en los 60' y colaboró en modificar los planteamientos y estilo del cine americano en los 70'. Entre sus guiones de cine destaca el de películas como ¿Teléfono  rojo? Volamos hacia Moscú (Stanley Kubrick) y Easy Rider. Su obra "The Magic Christian" data de 1959.








WILLIAM BURROUGHS (1914-1997)

Ha sido el artífice de esta entrada del blog. Leí un artículo reciente en la prensa sobre él y me sirvió de inspiración al saber que Los Beatles lo incluyeron en la portada de Sargent Peppers. Su obra porta una gran carga autobiográfica en sus diversos periodos, alguno autodestructivo como el que pasó en los 50' como adicto a drogas de todo tipo. Su estilo es de una gran crudeza, pleno de nuevas experiencias, de surrealismo y de una enorme carga satírica hacia todo lo convencional. Se le considera, al menos en sus comienzos, perteneciente a la Generación Beat y así entró en contacto con los grandes autores de esta corriente como fueron Allen Ginsberg y Jack Kerouac, entre otros. Después, Burroughs tomó su propia senda literaria no siempre fácil de encasillar y que a su vez sirvió de influencia para otros movimientos contraculturales.
Sin duda, "El almuerzo desnudo" es su obra más completa y recomendable para iniciarse en su compleja y, a la vez, directa literatura.







H.G.WELLS (1866-1946)

Escritor británico, novelista, historiador y filósofo, famoso por sus novelas de ciencia ficción, precursor junta a Julio Verne de este género. Su obra es el reflejo de sus profundas convicciones éticas y sociales como la lucha de clases, los límites éticos de la ciencia, una encendida crítica de la hipocresía victoriana y del imperialismo británico. etc. Su estilo literario es bastante discutible pero como él mismo decía que lo que cuenta es lo que se escribe y no cómo se escribe.

Cualquiera de sus obras de ciencia ficción valdría para conocer su trayectoria y estilo, así que incorporo "La máquina del tiempo" como ejemplo de su preocupación por los problemas que derivan de las diferencias de clase sociales.








OSCAR WILDE (1854-1900)

Escritor irlandés, poeta y uno de los grandes dramaturgos británicos de la época victoriana. Dotado de una inteligencia precoz y de un ingenio fuera de lo corriente, gran conversador y un esteta en todo el sentido de la palabra desde su extravagante manera de vestir hasta su visión del arte supremo que  le llevó a incorporar temas de lo más variado y donde los diálogos forman una exquisita maraña que envuelve al lector o al asistente a cualquiera de sus obras de teatro. Desgraciadamente nació antes de tiempo y sus contemporáneos no le perdonaron su personal filosofía hedonista de la vida, siendo encarcelado por indecencia. 

Es bastante conocida esta frase suya que resume su visión sobre la vida:

«Escribí cuando no conocía la vida. Ahora que entiendo su significado, ya no tengo que escribir. La vida no puede escribirse; sólo puede vivirse.»

El abanico de Windermere
es uno de los ejemplos más típicos de la obra como dramaturgo de Oscar Wilde, obra que puede leerse como si no fuera concebida para ser representada.








STEPHEN CRANE (1871-1900)

Novelista, poeta, reportero estadounidense cuya obra está impregnada de realismo y naturalismo. Después de una novela inicial "Maggie una chica de la calle" escribió lo que se considera uno de los mejores relatos antibelicista de todos los tiempos: "La roja insignia del valor" y eso a pesar de que nunca vivió experiencias militares. Es un auténtico estudio psicológico donde se describe las duras pruebas de combate a las que se somete un joven soldado.  Es un gran libro que merece un sitio de honor en las estanterías de cualquier biblioteca que se precie como tal.








BERNARD SHAW (1856-1950)

Escritor irlandés, socialista destacado de la Sociedad Fabiana que buscaba la transformación de la sociedad mediante métodos no revolucionarios. Ejerció de crítico teatral lo que sirvió para iniciar su carrera de dramaturgo. Fue un estudioso de la lengua inglesa sobre todo de su incoherente escritura a la que quiso dotar de un nuevo alfabeto fonético. Fue premio Nobel de Literatura y de su obra destaca, sin duda, Pigmalion, basada en la cual se hizo una película de notable éxito "My Fair Lady" por la que obtuvo un Óscar al mejor guión.







LEWIS CARROL (1832-1898)

Seudónimo de Charles Lutwiidge Gogson, escritor británico, matemático y fotógrafo, conocido sobre todo por su obra Alicia en el País de las Maravillas. El argumento de Alicia  surgió tras una de las excursiones que realizaba con las tres hijas de unos amigos. El libro tuvo un éxito extraordinario tras su publicación en 1865, tanto que escribió una segunda parte, su secuela, Alicia a través del espejo. Lewis Carrol también publicó poemas y libros de temas matemáticos como El juego de la lógica




















Por su enorme peso específico, no solo literario sino político, científico y filosófico, difícil de resumir en este pequeño juego músical-literarario, sólo me limito a citar a estos dos potentes personajes históricos cuyas teorías y líneas de pensamiento han ejercido influencia tan notable en la humanidad de estos  dos últimos siglos. Añado sendas obras fundamentales.


SIGMUD FREUD (1856-1939)





                                                             


 KARL MARX (1818-1883)






sábado, 3 de agosto de 2013

Cinta con fin

El gimnasio cerraba a las once de la noche. Juan se encargó de recordárselo a un cliente que aún corría (se desplazaba mas bien) en una de las cintas sin fin. Le tocó un hombro y el hombre con la mirada perdida no contestó. Juan detuvo el aparato y no le sorprendió la extremada rigidez del cuerpo que permanecía de pie sin respirar y con un tinte de piel tornasolado. La primera vez que sucedió un episodio similar, el forense comentó que nunca vio antes una rigidez post-morten como aquella pero después de tantos casos ya se asumía que ese era el comportamiento de los cadáveres en ESA CINTA CON FIN. Lo más curioso es que hay siempre personas esperando que quede libre el aparato para caminar o correr por esa ruleta rusa andante.




jueves, 7 de marzo de 2013

Alicia estuvo allí

     En el plano no constaba ninguna corriente pero el rio estaba allí, limpio, transparente, aunque estático, sin discurrir, como una tira de agua dibujada. Su superficie estaba tapizada de un fina lámina de cristal a través de la cual podían verse peces de colores igualmente inmóviles, semejando el conjunto a uno de esos pisapapeles que deja traslucir los objetos en su interior. Empuñé una piedra y fracturé la piel cristalina que lo envolvía y, en ese momento, el rio comenzó a moverse en sentido opuesto a la gravedad hasta perderse ladera arriba. En su lugar, quedó un cauce seco que rápidamente se inundó de hierba fresca y de matorral sin dejar rastro alguno de su presencia. 

     Repasé el plano con detenimiento y reparé en una línea azul que evidenciaba la existencia de un rio pero aquélla aparecía y desaparecía de mi vista según la incidencia de los rayos del sol. Lo rompí en pedazos y continué caminando por un sendero que se iba desvaneciendo a medida que avanzaba.

domingo, 3 de marzo de 2013

Al otro lado

Lunes


Mientras escribo, oigo, detrás de mi mesa de trabajo, cómo se mueve la cortina que suelo tener descorrida para aprovechar al máximo la luz natural que entra por la ventana. Cuando giro la mirada, su desplazamiento de izquierda a derecha se detiene. Regreso a mi tarea y la cortina, poco a poco, termina por cerrarse sola. Atribuyo el hecho al aire, aunque compruebo que la ventana no está abierta.

Martes

Esta tarde vuelve el automático movimiento de la cortina que se desliza lentamente hasta que se corre por completo, siempre deteniéndose cuando la observo. Busco la explicación en la existencia de un cierto desnivel de la barra que la mantiene y que repercuta en su natural equilibrio. Pienso también en mi perro pero éste dormita en la habitación contigua.

Miércoles

Dejo la cortina totalmente descorrida y la anudo pero es inútil: se libera y con parsimonia busca el otro extremo, trasladándose a través de la barra y cesando su recorrido cuando fijo mis ojos en ella.

Jueves

La cortina persiste en su animado viaje lo que impide concentrarme en mi trabajo.

Viernes

He decidido no entrar en mi despacho. He dejado la cortina cerrada y al anochecer la espío con la puerta entreabierta. Tras dos largas horas de acecho, una mano huesuda empieza a descorrerla. Me abalanzo y una voz ronca y educada, que sale de detrás, me detiene en seco: "Buenas noches, que descanse! y seguidamente la mano vuelve a cerrar la cortina como si fuera el telón de un teatro cuya sesión acabara de concluir.

Han pasado casi dos semanas y es curioso pero, desde ese día, un sosiego se ha apoderado de mí y me he acostumbrado al tránsito de la cortina mientras trabajo de espaldas a ella.


jueves, 31 de enero de 2013

Una imperturbable levedad



(Ejercicio sobre extrañamiento literario)

         El dormitorio sigue arriba. Debo aminorar mis pasos si no quiero tropezar con el primer peldaño de la escalera, ese dominó gigante cuyas  fichas se encuentran apiladas de manera curiosa: una por encima de otra, cortadas a pico,  elevándose desde el suelo hasta la planta superior. Mi pie derecho siempre se adelanta y una vez demostrado su rango, permite al pie izquierdo que lo sobrepase pero enseguida vuelve a tomar el mando.

         Sé contar. De hecho acabo de guardar tres latas de paté y cinco hermosos tomates en la alacena ¡ah! y una docena de huevos en el frigorífico, de los cuales, por cierto, sólo quedan once ya que uno de ellos ha decidido dejar de ser huevo para convertirse en un espectro de tortilla. Pero se me resiste la aritmética cuando mi cuerpo se eleva por encima de mi estatura. Subo despacio, conteniendo la respiración y cuento: uno, dos, tres, cuatro…retrocedo e inicio el ascenso porque creo que mi pie derecho ha recorrido más de lo que le corresponde. A medida que escalo este doméstico zigurat, no dejo de observar unos mapas de territorios desconocidos entre el mármol; vetas verdes, sinuosas, irregulares, algunas casi vivas, como si el viento las desplazara, otras inmóviles, formando islas o continentes y que a veces concluyen de manera abrupta en el borde del escalón como si un cataclismo hubiera cortado a cuchillo el terreno.

         Debo empezar otra vez. Me he distraído con este atlas marmóreo y cuando me ha parecido ver la Antártida, he perdido la cuenta. Uno, dos, tres…mi pie izquierdo se ha sublevado y va por delante de su pareja. Me detengo. Doy marcha atrás dando los pasos de espalda y dejo que sea el pie derecho quien vuelva a abrir camino.

         La baranda es muy suave al tacto. La acaricio mientras subo y me turbo. Debe ser de madera noble. También contiene vetas pero éstas bajan como torrentes y se pierden en la planta inferior donde desaguan. Cuando contaba el peldaño catorce, la percepción de la baranda ha roto mi letanía numérica. Reinicio mi andadura.

         La luz, aunque secuestrada entre cristales, me permite ascender paso a paso, sin tropezar,  hasta el dormitorio. Digiero el aire en silencio hasta escuchar sólo mi respiración. Mi jadeo me asegura que la máquina de carne que soy progresa sin dejar atrás ningún fragmento de mi cuerpo.

         Entreabro la puerta y observo que la cama mantiene una forma rectangular perfecta. En la cabecera, la almohada se me ha adelantado y duerme a todo lo ancho. Entro sin hacer ruido, me desvisto y me dirijo al cuarto de baño. Abro el grifo situado a la derecha, bajo la regadera de la ducha y una lluvia caliente, como lava desbocada, me escalda la cara. Lo cierro y escojo la otra alternativa que me deja heladas las venas. Giro uno y otro grifo y por fin modulo la temperatura. Mi pie derecho tuerce el gesto cuando le aplico la manopla con la mano izquierda; mientras, el bote de gel arroja de manera espontánea esas pequeñas burbujas que se atascan en su garganta. Un cuerpo desnudo en un cuarto de baño es lo más parecido a un cadáver en una morgue. Se empaña el espejo y con mi dedo índice escribo la palabra “MORGUE”  y al lado dibujo un monigote que simula un cuerpo dormido ¿o muerto?

         Vuelvo al dormitorio. El cajón de la ropa interior está hinchado y protesta cuando tiro de las manillas. Debajo, otro cajón cerrado a cal y canto debe guardar más prendas, pero no sé si es el momento de comprobarlo. Una camisa de color ámbar destaca suspendida en una percha, marcando una intermitencia que indica que pronto se cerrarán o abrirán las puertas del armario. La ventana es de doble hoja; podría comportarse casi como una balconada desde donde dar un discurso;  creo que estaba abierta cuando entré en la alcoba pero no descarto que fuera yo quien la hiciera bostezar antes de ducharme.

         Me ajusto el pijama. Tiene una cifra impar de botones; uno de ellos no es original como el resto de compañeros de nácar, así que, si no lo tengo en cuenta, la cifra sería par. Ese botón intruso de hueso es muy consistente. Sus cuatro ojos se fijan firmemente al tejido a través de un hilo rojizo.

         Retiro el embozo y me acuesto. Oigo unos titubeantes pasos que suben por la escalera. Debo ser yo contando los peldaños. Me cubro con la sábana hasta la barbilla. Mis ojos escudriñan el volumen del dormitorio: un prisma que se va deformando hasta convertirse en un punto.