Música como inspiración





¿Te acuerdas? Sonaba el "Ticket to Ride" de Los Beatles. Te despedía en esa vieja estación que hervía de pasajeros, hormigas ebrias que se desplazaban de uno a otro lado del andén arrastrando maletas y otros bultos. 

Te ayudé a subir al pescante del vagón cuyo destino me dolía leerlo. ¿Cuantos besos nos bebimos? El tren desapareció resbalando lentamente como una cremallera. Con el presentimiento de no verte nunca más, me quedé dormido en la cantina al calor de una copa de coñac. 

Una voz potente de mujer, como venida del cielo, me despertó: 

¡Señores pasajeros, el AVE Sevilla-Madrid va a efectuar su salida! 


Me dolía la cabeza y con la sensación de haber dormido más de la cuenta....

Volví sobre mis sueños y decidí despertar dentro de otros cuarenta años.








Inventó su propio camino. Daba pasos cuidadosos como si anduviera sobre telarañas suspendidas entre sueños. Bajo sus pies crujía la escarcha del pasado que iba transformándose en gotas de presente. Las huellas eran tan superficiales, tan imperceptibles, que se mostraban incapaces de derrotar la diaria caravana de insectos que las atravesaban sin esfuerzo. Su cuerpo se detenía de vez en cuando e incluso buscaba el apoyo de algún árbol amputado para descansar, pero la maraña de sentimientos, de sensaciones, de lo intangible, seguía su curso y después, esa cáscara hueca necesitaba acelerar hasta alcanzar otra vez las esencias que se le adelantaron. No debía, no quería, no deseaba perderlas.






¿Eres tú?  El cuerpo añade grasas donde no debe y no te reconoces. Tampoco yo. El muerto estaba vivo y la libertad la retiraron hacía tiempo del diccionario sustituyéndola por "esto es lo que hay". Me desprendía del olor a libro y a fotocopia de apuntes de carrera, a fuerza de rozar mis manos por las barras de los bares y estampar mis huellas en el cristal de una jarra de cerveza. ¡Déjame un duro, que quiero escuchar a Suzi Quatro! Y la moneda copulaba con el juke box hasta que escupía "Can the Can". Humo y más humo, alguno de un color  y de un olor distinto, como queriendo presumir de su origen exótico, más allá del Estrecho de Gibraltar. ¡Ya salen las dependientas  de Galerías Preciado! ¡Qué bien olían! Perfumadas por esos tarros que pulverizaban la colonia como el espurreo de un niño. ¿Eres tú? Al menos la canción es la misma.