sábado, 4 de febrero de 2012

El cartero llamó una sola vez


Ya no llegaban cartas a Villanando. El cartero, un hombre curtido a fuerzas de caminatas,  había trasportado durante años su saca repleta de misivas por los distintos caseríos de la Villa.  Pero eso ya pasó a la historia. 

Todos los días pasaba por la vieja oficina de correos y se iba con las manos vacías. Pero un lunes de otoño, apareció un sobre con un remite extraño dirigido a una aldeana, cuyo nombre le era vagamente conocido.  Con una alegría desbordada, portó la carta hasta la dirección indicada, entregándola a una mujer de nacientes canas, que no se sorprendió al recibirla en sus manos. 

El cartero, descendiendo por el corto sendero de vuelta, se fue alejando despacio de la casa. Como un latigazo, tuvo un presentimiento y giró la cabeza echando la vista atrás . Desde la ventana, entre dos pequeñas macetas de flores azules, la mujer le observaba con su barbilla apoyada en sus nudillos. Cuando sus ojos se cruzaron, ella, dibujando un guiño coqueto, le sopló un beso con la mano.

2 comentarios:

  1. Llegó la carta que esperaba. El cartero se la llevó mientras calculaba las probabilidades de tener que repetir el recorrido desde la estafeta y la casa aislada.
    Por el color del sobre, los matasellos superpuestos y la forma de recibirla calculó que en unos veinte años no tendría que volver. Los mismos que llevaba de cartero.
    Si te parece. Un abrazo.

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  2. ¡Claro que me parece! Para eso y por eso se escribe y se lee. Cuando escribí este "relatillo" hace ya tiempo, recuerdo que la idea que me movió fue la de unir dos circunstancias nostálgicas y coincidentes: Una mujer que recibía su primera carta en muchos años -¿de amor?- y un cartero deseando dar contenido a su trabajo. La carta...¿No la escribiría el cartero? No lo sé ni yo.
    Un abrazo

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