viernes, 13 de julio de 2012

El violinista


El violinista no perdía de vista la primera fila de butacas en la que ella,   su ansiada deriva amorosa, acababa de tomar asiento. Lucía deslumbrante con ese vestido de raso ceñido que permitía palpar con la mirada su interior. Deseaba con todas sus fuerzas llamar su atención pero resultaba practicamente imposible hacerse notar entre tantos instrumentos que conformaban la orquesta. Aún así, esa noche siguió como nunca y nota a nota, las instrucciones del director, con la viva esperanza de que en algún momento se apercibiera que tocaba “sólo para ella”. 


Su esfuerzo no se vió recompensado y preso de una locura pasajera e indomable, lanzó el violín al aire gritando: ¡Te quiero! En ese preciso momento, la violinista que estaba a su lado, arrojó el violín hacia el suelo y abrazándole, contestó con una voz que rompió el escenario: ¡Yo tambien te quiero!

2 comentarios:

  1. Genial!. Me he imaginado la escena y queda un gusto agridulce. Como algún plato de la cocina china. Te sigo de nuevo porque el enlace no me funcionaba o algo similar.

    Un abrazo y si haces vacaciones..Felices vacaciones!

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  2. Regreso de (la mitad) de mis vacaciones y leo tu comentario. Me alegro que te gustara el equívoco del violinista (bueno, más bien, de la violinista) A veces los sentimientos afloran en lugares y circunstancias insospechadas.
    Un abrazo

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