Mientras escribo, oigo, detrás de mi mesa de trabajo, cómo se mueve la cortina que suelo tener descorrida para aprovechar al máximo la luz natural que entra por la ventana. Cuando giro la mirada, su desplazamiento de izquierda a derecha se detiene. Regreso a mi tarea y la cortina, poco a poco, termina por cerrarse sola. Atribuyo el hecho al aire, aunque compruebo que la ventana no está abierta.
Martes
Esta tarde vuelve el automático movimiento de la cortina que se desliza lentamente hasta que se corre por completo, siempre deteniéndose cuando la observo. Busco la explicación en la existencia de un cierto desnivel de la barra que la mantiene y que repercuta en su natural equilibrio. Pienso también en mi perro pero éste dormita en la habitación contigua.
Miércoles
Dejo la cortina totalmente descorrida y la anudo pero es inútil: se libera y con parsimonia busca el otro extremo, trasladándose a través de la barra y cesando su recorrido cuando fijo mis ojos en ella.
Jueves
La cortina persiste en su animado viaje lo que impide concentrarme en mi trabajo.
Viernes
He decidido no entrar en mi despacho. He dejado la cortina cerrada y al anochecer la espío con la puerta entreabierta. Tras dos largas horas de acecho, una mano huesuda empieza a descorrerla. Me abalanzo y una voz ronca y educada, que sale de detrás, me detiene en seco: "Buenas noches, que descanse! y seguidamente la mano vuelve a cerrar la cortina como si fuera el telón de un teatro cuya sesión acabara de concluir.
Han pasado casi dos semanas y es curioso pero, desde ese día, un sosiego se ha apoderado de mí y me he acostumbrado al tránsito de la cortina mientras trabajo de espaldas a ella.
Hay una cortina que esconde los sueños imprecisos y los miedos más concretos.
ResponderEliminarLa de detrás de mi escritorio es de color azul, con hebras negras y lentejuelas, muy pequeñas.
Ahora, que es mi amiga, me desliza en los oídos las palabras que salen al papel, desde una mano, que ignoro si es mía.
Un abrazo.
Intuyo, amiga Albada, que más bien sea lo contrario. Son tus palabras y tu mano quienes descansan tras la cortina hasta que, llegada esa inspiración tan fértil que te caracteriza, las recuperas para seguir escribiendo con tanta sensibilidad y buen gusto. Prefiero la cortina azul de tu blog, donde rezuma literatura de muchos quilates y que no deja de sorprenderme (aunque sea parco en comentarios)
ResponderEliminarAl hilo de tu primera frase, los sueños imprecisos y los miedos concretos se adueñan de uno y, a fuerza de insistencia, se asumen con naturalidad, llegando a formar parte de nuestras vidas.
Un fuerte abrazo y sigue inyectando dosis masivas de tus excelentes trabajos literarios.