jueves, 17 de enero de 2013

Deriva

Se dejó ir a la deriva, vencido por unas olas espesas como babas; cuando su destino se presumía el profundo mar, divisó un carguero que se acercó lentamente hacia la lancha. Dos marineros lo izaron a bordo y un hombre con barba poblada, quizás el capitán, dio órdenes en un lenguaje para él desconocido y lo acomodaron en cubierta donde le suministraron agua y algunos alimentos.

Rendido y adormecido, lo despertaron unas voces,  observando cómo los tres hombres que lo rescataron se alejaban en su abandonada lancha. Intentó localizar algún otro tripulante pero pronto asumió que él era el único viajero en el barco. Una bandera extraña ondeaba con desgana, pareciendo dirigir un buque a la deriva.

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