jueves, 11 de octubre de 2012

La momia


El temporal castigó con saña a la iglesia de San Gregorio, causándole mil y un desperfectos, entre ellos, el mordisco a una pared que dejó al descubierto un oscuro habitáculo.

Una vez derribado el falso muro, apareció en su interior el cuerpo momificado de un hombre que debía llevar allí largo tiempo. La mano del muerto asía una especie de cincel y parecía apuntar con él hacia una de las paredes que cerraban el estrecho cubículo. Junto a la momia, un canasto de mimbre contenía argamasa endurecida con una paleta incrustada  y, algo más retirados del cuerpo, yacían, apilados en el suelo, unos ladrillos de adobe y alguna que otra pieza de cantería. 

Rascando bajo la humedad de la pared señalada por el cadáver, salió a flote una inscripción, grabada en la piedra, con líneas torcidas y en un latín fugaz:

"complta relnqit rim problitu sum ostim"

Ramón Castro, experto en lenguas muertas, tomó nota de los latinajos y reconstruyó el texto:

"completas relinquit rima pro oblitus sum ostium”

Traduciéndolo seguidamente:

Obra terminada. He olvidado dejar un espacio para la puerta.

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