Acababa
de salir de una relación que socavó mi cuerpo y mi alma hasta
dejarme exhausto sentimentalmente. El centro comercial se encontraba
a esa hora más que animado y nada más traspasar una de sus puertas,
una chica joven, con el pelo recogido en un gracioso moño, se me
acercó con un porta-papeles y me preguntó con qué entidad bancaria
trabajaba. Casi sin dejarme hablar, me señaló el stand de donde
había salido y en el que un letrero mostraba con grandes letras:
“Bankarta”:
su banco abierto
- ¿Y
que me ofreces? - Dije con aire de fingida suficiencia.
- Pues,
nuestro banco, por el simple hecho de trabajar con nosotros, le ofre…
No
la dejé terminar
- No
has entendido mi pregunta: ¿Qué me ofreces TÚ?
– su juventud me impulsó a prescindir del usted. No me
malinterpretes, no pretendo ligar sino que sólo quiero saber lo que
una mujer como tú, puede ofrecer a un hombre desengañado, cuarteado
y roto.
Ella
se sorprendió y reaccionó con una disimulada sonrisa mirándome a
los ojos:
- Me
ha desarmado – dijo. Es la primera vez que alguien contesta de
este modo a mi oferta bancaria. Estoy acostumbrada a que se metan con
mi trasero, con mi escote e incluso que me manden a paseo, pero usted…
De nuevo la interrumpí:
De nuevo la interrumpí:
- No
me recuerdas a nadie en particular, con lo fácil que resultaría esa
estrategia; ni siquiera puedo hablar de un flechazo. Pero algo me
dice en mi interior que TÚ
tienes mucho y bueno que ofrecerme. No suelo equivocarme. Tu cara es
transparente y pude ver trajinar tu cabecita mientras me hablabas e
intentabas vender tu producto. Me atrae el equilibrio que emanas. No
quiero destacar de ti ninguna de tus cualidades físicas que
cualquier hombre vería de no ser ciego, pero sí un conjunto de
percepciones que me arrebatan.
- Bueno,
perdone, debo dejarle, gracias por su atención - dijo la chica, pero ella se quedó unos segundos, como esperando a que yo siguiera con mi
monólogo abierto.
-Yo
– continué - en cambio, sólo puedo ofrecerte una dedicación
exclusiva. No dejar que pases ni un momento sin dar gracias a la
vida; regalarte día a día una panoplia de atenciones; intentar que
en los momentos en los yo no esté a tu lado, me evoques con hambre
-ella hizo un además de marcharse - ¡No te vayas! Los bancos son
impersonales y hoy, por muchos clientes que consigas, no evitarás
que te den una patada en el culo cuando no te necesiten. Me atrevo
a invitarte a un café. Si me dices que no, me iré por donde he
venido pero, eso sí, con la sensación de haber perdido esta oportunidad, ¡quien me lo iba a decir!, que un banco me ha dado y que difícilmente se
repetirá.
Ella
se giró para marcharse pero rápidamente se volvió hacia mí y me
dijo:
- Espera a que me despida de mi jefe. Yo lo tomo descafeinado con poca leche.
- Espera a que me despida de mi jefe. Yo lo tomo descafeinado con poca leche.